Sigur Ros-Kveikur



Desde () (2001, y sí, ese es el título del disco), la música de Sigur Rós se parecía cada vez más al sonido de las ballenas: muy bonita y adecuada para música de fondo en ascensores, spas naturistas y terapias antinsomnio, pero poco más, siendo Valtari (2008), su anterior disco, la cima de las tendencias más ambientales y soporíferas del cuarteto islandés, y que consiguió algo tan complicado como cargar a buena parte de sus fans de toda la vida. Pero tras la salida del teclista de la banda, Jonsi y sus compañeros debieron de darse cuenta de que era hora de volver a tocar tierra, y Kveikur, su nuevo disco, suena también a cetáceos, pero en este caso a cachalotes sumergiéndose a toda velocidad a la caza de algún calamar gigante: es oscuro, incluso agresivo a ratos, metálico (literalmente, dado que la percusión a base de metales domina todo el disco) y, sobre todo, concreto, físico, terrenal, con melodías y estructuras refrescantemente sencillas y poco progresivas, y recordando a ratos más a Katatonia o (¡horror!) Arcade Fire que a los Sigur Ros de antaño. Siguen sin ser un grupo de pop puro y duro, separándoles de ese mundo sobre todo sus arreglos, siempre nebulosos, y aquí más perturbadores y pesadillescos que nunca, y sobre todo, como ya hemos dicho antes, metálicos en el sentido más literal de la palabra: la abundancia de platillos y metales que lo pueblan es abrumadora, y se convierten en el centro sónico alrededor del cual gravitan el resto de sonidos familiares del grupo, como guitarras tocadas con arco de violín, bajos, programaciones, y la voz aniñada de Jonsi, aquí más distorsionada y perturbadora que nunca. Pero todos estos arreglos, al contrario que en Valtari, están siempre al servicio de la melodía y no al revés, algo que los fans del trío islandés hemos echado mucho de menos en su discografía reciente, y que ayudan elevar aún más una de sus mejores y más contundentes colecciones de canciones en más de diez años: el comienzo, con la contundente Brennisteinn, la mística y metálica Hrafntinna y la Arcade Fire-era Ísjaki es de los mejores inicios que han hecho en bastante tiempo, y la canción que da título al disco es lo más potente y oscuro que han hecho en su carrera, más cerca de los Anathema más pesados o de los The Gathering menos poperos que de lo que se espera del grupo islandés. No es Agaetis Byrjun, ni falta que hace: es el disco más concreto, oscuro y físico que han hecho Sigur Ros hasta la fecha, y creo que es justo el disco que necesitaban en este momento de su carrera, cuando más falta tenían de reivindicarse tanto ante sus fans más veteranos como ante una nueva generación de oídos frescos. Hay vida después de Valtari, cosa que no tenía tan clara.

Mi nota: 8/10
Mis favoritas: Brennisteinn, Hrafntinna, Kveikur



Kveikur



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