El trabajo de Lee Gamble se caracteriza por la abstracción, por la deconstrucción de los elementos que habitan por lo general en el lenguaje del house que luego rehace en forma de canciones poco convencionales o, al menos, poco reconocibles. Sin embargo, las canciones de su nueva entrega Koch, lejos de la característica tendencia por la experimentación, se muestra reconocible en forma de texturas oscuras que dan una sensación similar a la que sentimos luego de una noche de juerga, es decir, como si estuvieramos adormecidos presenciando como la noche transcurre lentamente hacia su fin dentro de un club o discoteca .
El ritmo se encuentra en un plano distante, como si se encontrara detrás de un muro, a veces en forma motorik, a veces disperso sin un patrón reconocible. A veces se pueden apreciar texturas rugosas o distorción dentro del lienzo, por lo general estático, elaborado por el productor inglés, quien de esa forma obtiene dentro de la oscuridad de sus paisajes algo de vida en forma de ruidos amorfos. Es interesante como podemos reconocer la sensación que deja este álbum, no por su carácter festivo ni por su carácter futurista, sino más bien por un estado que se encuenta entre lo consciente e inconsciente, entre el sueño y la adrenalina, un estado en el que somos más observadores que participantes. Lee Gamble logra con Koch empatizar con el estado mental post juerga.
KOCH
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