Recuerdo que uno de mis primeros conciertos en Holanda fue uno que dió un tal Smog. Por ese tiempo, todavía era un poco ajeno a los singer-songwriters, pero bueno, en los conciertos siempre se pasa bien, hay buen ambiente, y si la música no gusta, pues, no importa. Sin embargo, la pequeña sala donde sólo había unas 50 personas quedó suspendida en el tiempo, hipnotizada por esa voz de pocas variantes que sin embargo es capaz de instalarse en lo más hondo del alma de los oyentes. Lo curioso del caso es que luego de tantos años de peregrinar por el circuito underground, Bill Callahan, que renunció al nombre artístico de Smog para desde hace algunos años firmar los discos con su propio nombre, decidió publicar un disco en directo.
El disco fue grabado durante una gira por Australia en el 2007, y en donde desgrana un puñado de grandes canciones que recorren su carrera como Smog, y que muestra las virtudes del buen Bill en directo. Una formación clásica (guitarra, bajo y batería) es acompañada para la ocasión de violines que otorga al disco un halo casi celestial. Sin embargo, la voz es la que otorga el signo distintivo, retocando con profundidad las palabras, permitiendo que las historias tengan un color real. Algunas canciones muestran su lado eterno en este disco, que se antoja atemporal por el nivel a la que cada una llega. Lo espartano y majestuoso se dan cita en este álbum, que detiene el tiempo alrededor de una voz capaz de quedarse dentro de ti por un periodo que sólo la belleza sabe cuánto dura.
Rough Travel for a Rare Thing álbum
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