Luego de la bofetada que significó “Pink Flag” (1977), golpe certero en forma de austeridad sonora, Wire entrega el mismo año “Chairs Missing”, un álbum que redefine los parámetros de su música. Es conocida la historia de Wire, llena de cambios en cuestiones estéticas, pero firme en su compromiso con la música.
“Chairs Missing” derrocha adrenalina como el debut, aunque para esta oportunidad algunas cosas han cambiado. Para empezar, a lo espartano de “Pink Flag” se añaden otros matices sonoros que llegan en forma de atmósferas, por lo general, oscuras, y que logran la frialdad a través de los sintetizadores que por esos tiempos se estaba convirtiendo en el juguete favorito del post punk. No estamos hablando de la típica banda punk que se repite hasta la extenuación, sino más bien de músicos que creen en sus posibilidades, actitud que se trasluce en la complejidad de las canciones, llevándolas hasta el límite, aunque ralentizando el tiempo que utilizaron en “Pink Flag”. Es evidente que el disco pretende describir un estado mental que se encuentra marcado por la distorsión y la experimentación, rasgos que podemos encontrar en una de las mejores canciones del disco, “I Am The Fly”, una canción bañada en ruido, un bajo punzante, cambios en intensidad, y una inclinación al pop que la hacen disfrutable, como todo el disco. Una banda que hizo(y hace) del riesgo su bandera, y que confeccionó cada disco según sus necesidades creativas. Y es que algunos tienen ideas hasta para regalar.
Chairs Missing
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