Otro caso que también sorprende es el de Deerhoof, banda de San Francisco, que ya lleva un tiempo largo en la carretera pero que, sin embargo, parece ser ajeno al éxito. Bueno, la música que hacen no es de lo más digerible que digamos, pero ese es el pecado que cometen muchas bandas que no renuncian a su vocación artística, poniéndola por encima del reconocimiento masivo. Para este año nos sorprenden con “Vs Evil”, álbum que no renuncia a esa búsqueda constante pero que le resultará más cercano a un público más amplio debido a su acabado pop.
El décimo álbum no renuncia a los principios básicos de la banda, es decir, la deconstrucción del rock progresivo, el jazz y el pop, aunque para la ocasión también se animan a meter mano en el indie africano tan de moda en los últimos años. Cada canción es un motivo para soltar ideas, retorcer formas, con esa intensidad nerviosa que los caracteriza. Sin duda, la voz de Satomi Matsuzaki sigue siendo uno de los ganchos de la banda, no solo por lo rara que puede parecer, sino también porque sirve, al igual que las cuerdas, para romper con la uniformidad de las canciones, lo que motiva una serie constante de rupturas y cambio de ritmo que no hace más que capturar la atención del oyente. Le falta poco al pop de juguete de Deerhoof para ser reconocido a mayor escala.
Vs Evil
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