Lykke Li tiene una voz felina que puede llevar a la equivocación. Y es que con ella la apariencia es más que engañosa ya que puede adoptar, en sus canciones, personalidades muy distintas entre sí, y que de alguna forma nos habla del complejo mundo de la artista. Su nuevo disco “Wounded Rhymes” es un compendio de sensaciones contradictorias, que transitan desde la fragilidad hasta la autosuficiencia, y que se encuentran barnizadas por el ritmo tribal y las hermosas melodías del pop sesentero (sin dejar de lado al pop sueco). Sin embargo, a pesar de la luminosidad pop, el contraste de matices desemboca en una oscuridad que sirve de columna vertebral desde la primera hasta la última canción. No debemos olvidar la capacidad vocal de Li que cubre los más diversos registros con altura, y que hace creíble las heridas emocionales o el deseo descarnado por igual.
Wounded Rhymes
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