Ben Frost escribió la mayor parte de AURORA en la República del Congo, en las faldas del volcán Nyiragongo, que se encontraba por dicha época (2011-2013) en actividad. Al parecer la sensación buscada era justamente de tensión, y eso es lo que podemos escuchar en los nueve cortes de su nuevo álbum AURORA, nombre que agrupa a un conjunto de temas que se caracterizan por las diversas sensaciones que se general al interior de ellos. Se trata pues de sonidos que se complementan o se contradicen al interior de cada canción. El ritmo es minimal y repetitivo, y sirve como columna vertebral de las canciones que son cúmulos de capas de sonidos que se superponen unos por encima de otros. Por momentos se manifiestan de manera agresiva, y en otras ocasiones se presentan como melodías disfrazada de ruido. Por momentos la dureza de los sonidos se suavizan por el repentino protagonismo de los sintetizadores (por ejemplo en Secant) pero las notas de los mismos se mantienen aterradoras, motivo por el que las sensaciones se mantienen a pesar de ciertas variaciones. Sin embargo, AURORA posee una fealdad atractiva, es aterradora pero cautivante, es pura tensión pero a la vez libertad. Al parecer Ben Frost empieza a escribir lo que será la música industrial de la segunda década del presente siglo.
AURORA
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