Con They Want My Soul los norteamericanos Spoon vuelven a firmar un álbum soberbio. Las fuentes que alimentan su música son reconocibles: el minimalismo de ciertas bandas del post punk ochentero, la fuerza que por momentos exhiben, propia del indie rock, y la vocación pop que los norteamericanos utilizan a la hora de crear melodías imperecederas. La virtud del proyecto es el engranaje de todos estos elementos sin que las canciones pierdan frescura, acercándose a la idea de un conjunto de singles hecho álbum. Y es que cada canción se diferencia de la anterior ya que no existe un patrón sonoro que defina el álbum. Las fuentes son muchas, el talento inmenso.
Me atrevería a decir que muchas de estas canciones tienen el objetivo de entrar a la programación de cualquier radio (las más obvias Do You, Outlier y New York Kiss), tienen atractivo de sobra, y sin embargo no pecan de ligereza ya que abordan temas como la privacidad, en letras que por lo general son crípticas, abiertas a diversas interpretaciones. Pero justamente se trata de eso: canciones, inicio y fin de la obra de Spoon. Sin duda, otra de las virtudes del álbum es la expresividad de la voz de Britt Daniels, cuarentón que sin embargo suena quebradizamente juvenil. Para la cabeza del proyecto norteamericanola musica cerebral no significa nada. "Lo importante es la impresión sonora general", dice el de Austin en una entrevista. Es extraño que Spoon, a pesar de ser una de las bandas más veteranas y que aún se mantiene vigente, todavía se mantenga en un cómodo segundo plano mientras que otras bandas con menos que ofrecer aparezcan en portadas como si el mérito fuera algo fácil de lograr (no mencionaré cuales para no herir suceptibilidades) They Want My Soul es un álbum disfrutable por donde se lo mire, ideal para una fiesta sabatina, para tararear en el coche o, simplemente, para escuchar en la soledad que por lo general ofrece la noche.
They Want My Soul
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