Archive for 1/5/14 - 1/6/14

Sharon Van Etten-Are We There



Era una incógnita lo que sería el nuevo trabajo de Sharon Van Etten luego del fantástico Tramp, álbum que la convirtió en una de las cantautoras más interesantes del último lustro. Digo interesante quizás no por lo novedoso de la propuesta, aunque sí por la sinceridad brutal de sus canciones, plataformas de catarsis que sin embargo no caían en el lamento excesivo. Dos años más tarde aparece Are We There, continuación de Tramp, aunque con cambios sustanciales en su sonido. Lo agridulce del amor sigue siendo el tema de su obra, su voz el conducto capaz de transmitir todo tipo de sensaciones en una misma canción, pasando de la ternura a la explosión en un mismo verso, cualidad que les da a las canciones un atractivo interesante para todo aquel que quiera vivir emociones extremas que al mismo tiempo resulten cercanas y creíbles.

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Bo Ningen-III


El tercer álbum de los japoneses Bo Ningen los muestra igual de complejos pero al mismo tiempo más accecibles que en sus anteriores trabajos. III es un collage de influencias, en el que son capaces de mezclar trash metal con ritmos propios del afrobeat, psicodelia por todos lados, en fin, una serie de recursos en principio opuestos pero que en la mayoría de casos logran amalgamar con sapiencia aunque es evidente que por momentos los límites se estiran más de la cuenta. III es un buen disco, ideal para un público curioso (y deseoso) de nuevas sensaciones.

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Echo And The Bunnymen-Meteorites



Echo and the Bunnymen lanza Meteorites luego de un hiato de cinco años, mostrando nuevamente las virtudes que han ido desarrollando a lo largo de su carrera, es decir, el dramatisco orientado por la voz cada vez más quebradiza de Ian,  y la guitarra de Will Sergeant que la complementa con la luminosidad acostumbrada. Las canciones en Meteorites pretenden atrapar el espíritu dejado en la etapa clásica del ahora dúo, pero allí me parece que está el problema ya que se echa en falta las pulsaciones vitales de Pattinson, y la intensidad rítmica del desaparecido Pete DeFreitas. Si bien la temática del álbum (crisis existencial, lucha contra los propios demonios, etc) pretende ser el inicio de una cabalgata hacia lo épico, lo cierto es que la mayoría de canciones quedan flotando en una nebulosa dramática pero sin conseguir la trascendencia deseada. La producción suena limpia, los arreglos de cuerda son siempre sorprendentes, y la voz de Ian, pues, sigue siendo aquel instrumento quebradizo que cada vez suena mejor y sin embargo todo me parece insuficiente para alcanzar aquel pasado glorioso escrito por uno de los mejores cuartetos que han existido en la historia del rock. Meteorites es un buen disco que sin embargo no logra alcanzar el deseado espíritu pasado.


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Coldplay-Ghost Stories



Si hay un grupo al que el colectivo musico-aficionado le tiene ganas, ese es Coldplay. Puede que sea el éxito, puede que sea la épica, puede que sean las letras, puede que sea Gwyneth Paltrow, o puede que sean sus plagios, pero no conozco otro grupo de éxito que en los últimos diez años haya generado tanta tirria como el cuarteto liderado por Chris Martin. Ni siquiera Arcade Fire, que ya es decir.

En mi caso, he de decir que no soy fan, pero sí que me gustan moderadamente. He detectado un patrón curioso con respecto a lo que me más me gusta de su discografía: sin contar el EP Prospekt's March, me gustan mucho sus discos pares, y mucho menos los impares. Mirando la opinión de la mayoría de la gente, esto parece lógico si comparamos X&Y y Mylo Xyloto (tercer y quinto disco, considerados generalmente más mediocres) con A Rush of Blood To The Head y Viva La Vida (considerados bastante superiores, sobre todo A Rush), pero esto se rompe con su primer disco, Parachutes (1998). Si bien casi toda la crítica y su fandom ADORAN este disco de principio a fin, en mi caso, si me sacas de Don't Panic, Shiver y Trouble, me aburre bastante o directamente, como en el caso de Yellow, me provoca una reacción alérgica incomprensible, pero bastante intensa. Toda este monólogo interior tiene una justificación: Ghost Stories es tanto su sexto disco como la promesa por parte del grupo de volver al sonido e intenciones de su debut, con lo que se junta un patrón favorable con una vuelta a un disco que, por razones que escapan a mi comprensión, me da un poco de alergia. Y el resumen tl;dr es que el patrón gana: Ghost Stories sí que me ha gustado, y seguramente porque no tiene tanto que ver con su debut como el grupo dio a entender.

Ghost Stories es el tercer disco de ruptura del que hablamos de manera casi consecutiva (I Never Learn, de Lykke Li, y Changing Light, de Mirah fueron los otros dos). Y Chris debe de estar pasándolo bastante mal todavía, porque tanto el sonido como las letras del disco son bastantes sombríos: hay contemplación melancólica de cosas por la ventana, recuerdos de ver la tele juntos, y mucho intento de describir esos detalles cotidianos que suelen doler más que las grandes broncas. No es que sean letras buenas (hablamos de Chris Martin, el chico ya tiene bastante con conseguir rimar dos versos seguidos), pero se escuchan con más interés que cualquier estúpida épica de la absurda y ridícula ópera-pop de Mylo Xyloto, por ejemplo (todavía tengo pesadillas con la letra de Paradise). Salvo por una canción.

En cuanto a lo musical, es un disco en el que hay guitarras, pianos y preciosos arreglos de cuerda, pero en el que no suena una sola batería, que está lleno de electrónica, autotune, sintes etéreos, y que huele a post-dubstep y ambient en cada esquina (salvo un tema): un disco tristón inglés de la segunda década de este siglo, más cercano a James Blake, Mount Kimbie, The xx, Jon Hopkins o Boards Of Canada que a U2 o Echo And The Bunnymen. Salvo por una canción. Siendo más concretos, es un disco que se mueve entre el ambient de su primer adelanto (Midnight) y el pop más convencional de su segundo adelanto (Magic). Haciendo cuentas, sale ganando el lado concreto, con True Love (con un precioso arreglo de cuerdas y un disonante y jazzístico solo final de guitarra que va a polarizar mucho a sus fans), Another's Arms, Always In My Head e Ink, cuyo beat podría haber firmado el Timbaland que colaboró con OneRepublic (no lo hace, aunque colabora en True Love); mientras que del lado ambiental quedan, además de Midnight, la acústica Oceans, curiosamente una de mis favoritas del disco (el único momento en el que realmente se acercan al sonido de su primer disco, incluso con los sintes disonantes y el final un poco abrasivo que tiene) y la final O, que es la que más recuerda a Jónsi de todo el disco. Salvo por una canción.

Y esa canción es A Sky Full Of Stars, el tercer adelanto de este disco. Producida por Avicii. Si, ESE Avicii. Su primera escucha puede que sea el momento más culotorcido que haya experimentado este año: tras Magic y Midnight, no creo que nadie se pudiera imaginar cómo un tema así, el más EDM de su carrera, iba a encajar en que se perfilaba como su disco más tranquilo, ambiental y melancólico. Y aunque me siga pareciendo un horror indescriptible (como el 90% de lo que ahora se conoce como EDM y antes se conocía como electro-pop, house-pop, trance-pop y demás), su emplazamiento casi al final del disco hace que al menos cobre sentido como intento de catarsis emocional tras tanta melancolía y miseria emocional, para que la marginalmente más optimista (comparándola con el resto, salvo por una canción) O cierre el disco con un poco de optimismo.

Y tras 40 minutos y 9 canciones, el disco más corto y melancólico de la carrera de Coldplay se acaba, menos novedoso de lo que sus dos primeros adelantos dieron a entender, pero afortunadamente menos parecido a su debut de lo que habían prometido. La impresión general que se le queda a uno es de que se queda a medio camino: no experimenta tanto como me gustaría, y sus reguleras letras le restan bastante impacto emocional, pero sigue siendo un paso adelante en lo musical y a la vez una mirada a su pasado más íntimo que la banda necesitaba de manera imperativa. Los fans de su primer disco lo adorarán, los que prefieren su vertiente más épica de estadio no lo apreciarán tanto, y los que no les tenían aprecio (por decirlo suavemente) no van a encontrar nada más que razones para amplificar su odio primario hacia Chris Martin y su troupe. Y es que si bien Ghost Stories no revoluciona nada (al final, es una extensión lógica a la electrónica que ya estaba presente en Mylo Xyloto), muestra a un grupo que no se queda quieto, sino que sigue en constante movimiento con un disco que, en general, triunfa más que falla, que ya es bastante dada la trayectoria del grupo. Salvo por una canción.


Mi nota: 6

Mis favoritas: True Love, Midnight, Oceans



Daniel Díaz




Ghost Stories






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The Horrors-Luminous


La fijación de The Horrors con los 80's se confirma con su nuevo álbum Luminous, luego que hace algunos años entregaran Skying, el inicio de su focalización con dicha época además de ser el álbum que los confirmó como algo mucho más grande que el hype que aparentemente eran. Si para su anterior trabajo el concepto era el mar, la lluvia y todo aquello que insinuara sumersión en un espacio líquido, en Luminous el tema es la luz, y la percepción que tenemos de ella (o la orfandad ante su ausencia). No por nada percibimos un acabado que se aleja de la oscuridad presente en sus anteriores trabajos, aunque también se puede decir que todo el álbum transita por un claroscuro producto de la contraposición que existe entre la música y las letras. Las canciones presentan una luz al final del tunel, pero es eso, son túneles de angustia, de desamor, en fin, todos aquellos momentos de tensión existencial que no nos gustaría vivir, aunque en el caso del álbum que nos atañe, la luz se encuentra al final de camino. En lo personal me parece que el hecho de perseguir un sonido específico ha reducido el potencial de la banda: la fiereza se ha domesticado, tanto en la voz de Faris (más andrógina que de costumbre, menos resaltable) como en la guitarra de Joshua Hayward, en esta ocasión menos preocupado por darle señas de identidad a la banda y más bien sí preocupado por entregar su instrumento para que se adhiera al muro de sonido creado, especialmente envuelto por los synths de Tom Furse de principio a fin, responsable de llevar el sonido por derroteros luminosos. Por el contrario, la sesión rítmica mantiene el atractivo, resaltando el bajo de Rhys Webb quien imprime ese punzante bajo ochentero de influencia funk tan característico en el primer lustro de dicha época. El resultado en algunas canciones es dispar ya que la tensión entre el pop perseguido con respecto a la tendencia característica por experimentar de la banda no deja en claro sus intenciones, quedando como en medio camino entre lo que se quiere y lo que se puede. De todas formas, pienso que The Horrors han arriesgado más de la cuenta, importándoles poco lo conseguido hasta fecha y más bien lanzándose a la aventura por experimentar con el pop. De todas formas existen canciones como First Day Of Spring, In And Out Sight o I See You que de cierta manera nos permiten creer que el camino buscado por la banda de Londres está aún por encontrarse.


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Mirah-Changing Light



Coincidencias: dos de los discos que más esperaba este mes de mayo están inspirados en dolorosas rupturas. De uno de ellos (I Never Learn, de Lykke Li) ya se habló hace unos días, y el otro es el disco que aparece en el título de esta entrada, obra de la estadounidense Mirah (nombre completo: Mirah Yom Tov Zeitlyn). Para los que no la conozcan, Mirah lleva más de 15 años siendo uno de los nombres más consistentes de la escena indie-folk americana: no será la más conocida, pero cinco discos en solitario y bastantes proyectos colaborativos después (desde la Black Cat Orchestra hasta Thao Nguyen), todavía no ha hecho algo que no sea como poco interesante. Y su nuevo disco, Changing Light (13 de mayo, Absolute Magnitude/K Records) continua la racha.

Escuchados en secuencia, cada disco de su discografía suena a un refinamiento de las ideas ya exploradas en sus discos anteriores, y Changing Light no es una excepción. Es casi tan variado como en arreglos e influencias como (A)Spera, y mantiene todas las señas de identidad tanto sónicas como líricas de su carrera, aunque Changing Light está en general más enfocado al pop y al rock que su anterior disco en solitario. Hay más estructuras cercanas al pop y al rock que en nada que haya hecho desde C'Mon Miracle, y más presencia de baterías y elementos de percusión que en su anterior disco, pero el mismo gusto y capacidad de contención que Mirah ha demostrado en el resto de su discografía sigue siendo la clave en este disco, creándose en cada tema una atmósfera muy intimista donde crecen su voz y sus poéticas letras, aquí, lógicamente, más llenas de reproches, dolor, dudas e intensidad que nunca. Como en toda su discografía, siempre hay alguna que otra sorpresa escondida, y las dos más notables en Changing Light aparecen al principio del disco: el autotune y las cajas de ritmos de Oxen Hope, que le dan un aire a single de post-dubstep casi bailable, y la casi rihannesca Turned The Heat Off, tan R and B que no desentonaría en un disco de la barbadense o de Jessie Ware, por decir dos nombres. Por el resto, también sorprenden y enganchan la rabia de I Am The Garden (más cercana a PJ Harvey que casi toda su discografía), el pop de 24th St., y el final con la preciosa LC, dúo a acordeón con su hermana Emily Zeitlyn, y la acústica y casi glam Radiomind.

Sin ser un disco que suponga una revolución en su carrera, la impresión que da Changing Light es de ser el disco más inmediato y que más se puede disfrutar en una primera escucha de su carrera. Siempre me ha dado la impresión de que muchas veces Mirah es demasiado recargada para su propio bien, y que un poco más de concreción le sentaría de maravilla. Y aunque no creo que alcance un éxito planetario con este disco (no creo que ella tampoco lo busque desesperadamente), sí que da gusto escuchar un disco así de directo de ella. Es una lástima que haya tenido que salir de un episodio tan doloroso de su vida, pero al menos algo bueno ha quedado después de todo.



Mi nota: 8

Mis favoritas: Turned The Heat Off, I Am The Garden, LC, Radiomind



Daniel Díaz


Changing Light





Disco completo aquí (NPR First Listen)



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Radar-Lowtide

Lowtide – “Play Blue Movie”

Los australianos Lowtide están por lanzar al mercado su homónimo álbum debut para mediados de julio. A continuación Blue Movie, el single que adelanta dicho trabajo.


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Damon Albarn - Everyday Robots


Desde la portada del álbum podemos intuir lo que contiene el mismo. Un Damon Albarn sentado en posición meditabunda, con una mirada perdida en el entorno gris (o para ser más exactos, en el suelo gris) nos advierte que Everyday Robots es cualquier cosa menos un disco alegre. La advertencia anunciada con el lenguaje corporal mostrado en la portada se confirma cuando escuchamos el disco: una mirada nostálgica, melancólica, en el que Albarn medita sobre los errores pasados aunque, según las entrevistas ofrecidas a algunos medios,  confirma que las canciones no son necesariamente autobiográficas. La música ahonda los sentimientos producidos por el devaneo meditabundo de su autor, sobre todo en base a todo lo aprendido por el ex Blur durante su carrera post- brit pop. Es así que con ese soul compuesto en base a una caja de ritmos, arreglos propios del calipso o reggae, world music y un piano que en algunas canciones se vuelve protagónico, Albarn construye las canciones que por lo general presentan un estado de ánimo sombrío, sin apenas detalles que den algo de luz. Damon Albarn confirma con Everyday Robots que sigue en racha y que ya no quedan dudas de su capacidad como singer songwriter.


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Ought -More Than Any Other Day



La historia del cuarteto afincado en Montreal (se trata de estudiantes extranjeros que radican en Canada) se inicia durante las protestas estudiantiles llevadas a cabo el 2012 en la provincia de Quebec a consecuencia del incremento exagerado de las matriculas en las universidades de dicha región. Pues bien, la situación de caos vivida durante dichas manifestaciones (llenas de ruidos metálicos pero sobre de música) favoreció al repentino proyecto que no obstante no centró su razón de ser en el caso puntual aunque sí en la energía acumulada durante dicho periodo de caos. Y es justamente caos lo que sugieren las canciones del álbum debut More That Any Other Day, una colección de tan solo ocho temas que muestra sin tapujos sus influencias y la manera en que les insuflan la energía del presente (en este caso hastío) El primer nombre que se me viene a la mente es el de Clap Your Hands Say Yeah!, pero luego retrocedo en el tiempo hasta llegar a la primera etapa de Talking Heads, la disonancia de la Velvet Underground, el caos expresionista de Sonic Youth, o la complejidad estructural de Television. Lo interesante de cada canción es que cada una suena llena de energía, de vida, virtud que las convierte en algo más que una simple imitación a cargo de alumnos aventajados. Las reacciones, tanto de la crítica como del público, han sido de positivas para arriba, situación que los pone en una situación expectante ante una inminente segunda entrega.


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Sleaford Mods - Divide and Exit



La música de Sleadford Mods rescata algunos elementos de la música alternativa de las últimas décadas, aunque, en pocas palabras, no descubren la polvora. Entonces, ¿por qué se ha escuchado de ellos tan insistentemente este año? Pienso que por la sencilla razón que refleja la situación, no solo de sus connacionales de a pie, sino también de los ciudadanos de a pie de cualquier esquina del orbe, esclavos del tiempo en que les ha tocado vivir, en pocas palabras, la nueva entrega de Sleadford Mods es para todo aquel que sufre los estragos de un sistema democrático que hace agua por todos lados. La frustración brota de la piel, la escupe el alma, pero lamentablemente en la actualidad los portavoces de la cultura popular no hacen eco de ello, quizás más preocupados en el individualismo hedonista tan característico de nuestra vida contemporánea. Es en este escenario que irrumpe Sleaford Mods, con una buena dosis de bilis que se dispersa a lo largo y ancho de Divide and Exit, álbum que no sorprende por los elementos allí presentes sino más bien por la actitud que bien pudo pertenecer a la expuesta por la juventud británica de a mediados de los 70's. La formula es simple: ritmo machacante producido por una caja de ritmos (que da a su música esa identidad que parece un híbrido entre Suicide y The Fall) que está a cargo de Andrew Fearn y el verbo socarrón y agudo de Jason Williamson quien describe toda su frustración como ciudadano e individuoWilliamson no canta, más bien habla, menciona, dice, se zurra, al mejor estilo Mark E Smith (The Fall) aunque desde una perspectiva que empatiza más con el oyente y que al mismo tiempo resalta por su carácter nihilista. Divide and Exit es un álbum vital, que describe vida detrás de la frustración y estoy seguro que no hubiera desentonado allá por el ya lejano año 76, cuando todo era destruir para reconstruir,.

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