La música de Sleadford Mods rescata algunos elementos de la música alternativa de las últimas décadas, aunque, en pocas palabras, no descubren la polvora. Entonces, ¿por qué se ha escuchado de ellos tan insistentemente este año? Pienso que por la sencilla razón que refleja la situación, no solo de sus connacionales de a pie, sino también de los ciudadanos de a pie de cualquier esquina del orbe, esclavos del tiempo en que les ha tocado vivir, en pocas palabras, la nueva entrega de Sleadford Mods es para todo aquel que sufre los estragos de un sistema democrático que hace agua por todos lados. La frustración brota de la piel, la escupe el alma, pero lamentablemente en la actualidad los portavoces de la cultura popular no hacen eco de ello, quizás más preocupados en el individualismo hedonista tan característico de nuestra vida contemporánea. Es en este escenario que irrumpe Sleaford Mods, con una buena dosis de bilis que se dispersa a lo largo y ancho de Divide and Exit, álbum que no sorprende por los elementos allí presentes sino más bien por la actitud que bien pudo pertenecer a la expuesta por la juventud británica de a mediados de los 70's. La formula es simple: ritmo machacante producido por una caja de ritmos (que da a su música esa identidad que parece un híbrido entre Suicide y The Fall) que está a cargo de Andrew Fearn y el verbo socarrón y agudo de Jason Williamson quien describe toda su frustración como ciudadano e individuo. Williamson no canta, más bien habla, menciona, dice, se zurra, al mejor estilo Mark E Smith (The Fall) aunque desde una perspectiva que empatiza más con el oyente y que al mismo tiempo resalta por su carácter nihilista. Divide and Exit es un álbum vital, que describe vida detrás de la frustración y estoy seguro que no hubiera desentonado allá por el ya lejano año 76, cuando todo era destruir para reconstruir,.
Divide and Exit
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