No Joy tiene mucho de My Bloddy Valentine. Aunque también de Sonic Youth. En su álbum debut, “Ghost Blonde”, muestran muchas virtudes orientadas desde la fijación en el binómio conformado por ambas(míticas) bandas. De los ingleses heredan esa capacidad para crear melodías pop en medio de la distorción, obteniendo en algunas canciones esa sensación de tensión latente que no llega a explotar. Otro detalle es que la voces de Jasmine White-Glutz y Laura Lloyd se encuentran enterradas por el muro de ruido, manteniendo un perfil bajo, quizás con la intención de suavizar el ruido, y no tanto como medio para dar significado. De los norteamericanos rescatan los huracanes sónicos, la explosividad del nervio presente en las canciones menos melancólicas, que son las que dominan en el disco. Las canadienses(que empezaron el proyecto a distancia,una en Los Angeles y la otra en Montreal)han sabido elaborar una propuesta interesante a partir de sus intereses musicales, no repitiendo un tópico conocido, sino más bien otorgando al mundo de las marañas de guitarras una nueva identidad a tomar en cuenta.
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