Vampire Weekend-Modern Vampires Of The City


A Vampire Weekend siempre se le ha considerado la banda hipster americana por excelencia: guapos, bien vestidos, delgados, inquietos culturalmente, puramente universitarios, con un punto pijín, irónicos tanto con el mundo como consigo mismos… Esto ha provocado, curiosamente, que en esos mundillos de gente que se supone que “sabe de música” (o que al menos presume de ello) se les trate con un poco de ambivalencia: se reconoce su valía como grupo de hits cañoneros, aparentemente simples pero que esconden más influencias y sonidos de lo que parece (faltaría más con una carrera que cuenta con A-Punk, Cape Cod Kwassa Kwassa o Cousins, por poner tres ejemplos), pero también existe bastante desdén e incluso fastidio ante ellos. Pero tras su tercer disco, publicado en mayo de este año, hasta los detractores más acérrimos han tenido que resignarse a la evidencia: todo lo que puedan tener de modernillos, lo tienen de buenos.

Y es que Modern Vampires Of The City no es sólo bueno, es sobresaliente. Y siendo su disco más inquieto hasta la fecha, es también el más minimalista y sosegado de su discografía: predominan las baladas, y no hay muchos temas en los que el grupo acelere el paso, con lo que los fans que esperaban con ansia viva el nuevo A-Punk o Cousins del 2013 sólo tienen para satisfacerse el rockabilly furioso y distorsionado de Diane Young y las juguetonas Worship You y Finger Back. Esto puede ser decepcionante para estos fans, pero es más que adecuado para el que es sin duda el disco temáticamente más oscuro y sombrío que el grupo ha hecho hasta la fecha: el apocalíptico Manhattan descrito en Hudson o las espinosas verdades históricas a las que alude Finger Back eran impensables hace cinco años, y el paso del tiempo y cómo este afecta al amor, amistades y demás es un tema constante en todo el disco, haciéndolo no especialmente pesimista, pero mucho más reflexivo que los dos anteriores.

Temáticamente es oscuro, y sónicamente parece más austero y tranquilo que los anteriores, pero lejos de ser un disco monótono, si se escucha con un mínimo de atención, Modern Vampires Of The City revela la mayor variedad de influencias y arreglos que el grupo ha mostrado hasta la fecha: Paul Simon, new wave, Talking Heads, indie-pop inglés, algo de afrobeat, algo de música de cámara, gospel e incluso hip-hop (el beat de la excelente Step, que mezcla el hip-hop con clavicordios barrocos, casi nada) se van sucediendo y mezclando como si nada gracias a la experta mano del teclista Rostam Batmanglij, que aquí co-produce junto a Ariel Rechtshaid, y que propone a lo largo del disco algunos de los arreglos más inesperados y extraños de la carrera del grupo, como los coros pituferos del estribillo de Ya Hey, o la variación del pitch de la voz de Ezra Koenig en el estribillo de Diane Young, los cuáles sonarán raros sobre el papel, pero terminan cuadrando de manera fantástica, y le dan al disco un aire de imprevisibilidad constante que el oyente agradece bastante. Sin embargo, de todos ellos, el giro que más estruja el corazón es seguramente el más previsible y canónico de todos: en la excepcional y letárgica Hannah Hunt (mi favorita del grupo), en la cual Ezra describe un viaje por EEUU de la mano de la un poco caprichosa Hannah, en el minuto 2:40 entra una batería poderosa de la nada, los arreglos suben de intensidad, y Ezra empieza a gritar a pleno pulmón “If I can’t trust you, then dammit Hannah/ There’s no future, there’s no answer” en el momento más emocionante, sincero y desgarrador de la carrera del grupo, y uno de los candidatos más serios al premio a los mejores 30 segundos musicales del año, al lado del final del Line Of Fire de Junip, el crescendo antes del último estribillo del All The Days de Haerts, el estribillo dramático del I Appear Missing de Queens Of The Stone Age o el momento en el que entra la batería en Giorgio By Moroder de Daft Punk, por poner cuatro ejemplos.

Hay demasiadas influencias que me he dejado sin comentar (como el homenaje a Springsteen via Paul Simon de la preciosa Unbelievers), pero es que Modern Vampires Of The City es uno de esos raros discos que, pareciendo simple e inmediatamente disfrutable en una escucha superficial, es tremendamente denso si se quiere profundizar en él, y diseccionarlo entero nos podría llevar a algo aún más largo y tedioso que esta crítica. Tan sólo quédense con la idea que les he intentado transmitir en esta crítica más larga de lo que debería ser: escuchenlo. Ya. Ahora mismo, si no lo han hecho todavía durante este año. Si les sirve de algo, y se fían de un don nadie aficionado a escribir cosas en Internet, yo creo que es no sólo su mejor disco, sino uno de los mejores discos de este año. Y en un año plagado de discos para el recuerdo, se me ocurren pocos halagos mejores y más elocuentes que ese.


Mi nota: 8.5

Mis favoritas: Unbelievers, Step, Diane Young, Hannah Hunt, Ya Hey


Daniel Díaz.


Modern Vampires Of The City





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