La historia de Throbbing Gristle es un buen ejemplo para demostrar que la oscuridad puede ser utilizada de manera inteligente en la música. No estamos hablando de alabanzas al “Señor de las Tinieblas”, sino a un concepto utilizado que trasciende lo estrictamente musical y que rescata todo un cúmulo de símbolos rechazados por nuestra cultura (nazismo, sadomasoquismo, pornografía, etc). Antes de nacer como Throbbing Gristle, Genesis P-Orridge y Cosey Fanni Tutti incursionaron de diversas maneras en el mundo del arte con la única intención de transgredir, no sólo en el plano estético, sino también cuestionando los limites planteados por nuestra civilización. El colectivo se llamaba COUM Transmissions, y de sus restos nacería Throbbing Gristle, banda pionera de la Industrial Music (género muy popular en el centro de Europa y Alemania) que debía su nombre al sello discográfico de su propiedad, Industrial Records.
Quizás el mejor disco de la banda fue “20 Jazz Funk Greats”, álbum que asentó la cantidad de ideas que revoloteaban alrededor de los ingleses. Lanzado en 1979, fue el tercer disco de la banda, y en donde la repetición de estructuras metálicas mostraba sus variantes en ciertos momentos. Pero no todo es repetición cortesía de las pistas pre grabadas o de la deformación nacida de instrumentos convencionales, también encontramos canciones como “Hot On The Heels of Love”, canción que sin duda es referente para quienes se aventuraron con el synth-pop de finales de los setentas, una canción que mostraba el matiz más amable de Genesis P-Orridge y compañía, que mencionaba de alguna forma que lo suyo trascendia estilos, que eran ajenos a las etiquetas. “20 Jazz Funk Greats” es un disco atemporal, que pudo haber sido creado en cualquier momento de los últimos 100 años, y que además plantea interrogantes válidas sobre cuál debe ser la función del artista en la sociedad contemporánea.
20 Jazz Funk Greats
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